La eclosión del documental en Cataluña, y en buena parte del estado español, durante la última década no se puede entender sin contemplar una serie de trabajos que se sitúan en la periferia de la industria audiovisual. Son piezas generalmente autoproducidas, que no se ajustan a duraciones o formatos estándar, cuya visibilidad pasa por festivales o espacios de exhibición alternativos y donde, el documental, se concibe como un punto de partida (el trabajo con lo real), nunca como un discurso codificado, de ahí que muchos de estos trabajos se acerquen a otras prácticas como el video etnográfico, el videoarte o el cine experimental. No en vano, desde algunos festivales pioneros se han propuesto etiquetas como “d-generación” o “heteredocsias” para destacar su carácter híbrido y discordante con aquel documental más estandarizado que llega a la televisión y, a menudo, a las salas cinematográficas.
Por su carácter ecléctico y su vigor creativo, además de por una afinidad generacional, son estas las piezas que reivindicamos desde la revista Blogs & Docs (www.blogsandocs.com), fundada en 2006 por M. Martí Freixas y Elena Oroz, y de la que esta selección constituye una pequeña muestra. Dividida en tres sesiones de carácter temático, estos trabajos coinciden en su vocación amateur (en su sentido etimológico de amante) y en la intención de que la pantalla no sea un sólo espacio para la identificación especular o el deleite visual, sino también para (des)articular discursos sociales.
La primera sesión gira en torno a la idea de viaje y el encuentro cultural. Todas las piezas, en la línea de la etnografía experimental, contienen una reflexión sobre quién habla, quién filma y cómo se representa la alteridad. Así mientras Oscar Pérez cede su cámara a un inmigrante para que éste sea quien filme la ciudad y cuestione nuestra propia forma de mirarla (If the camera blows up), Andrés Duque realiza en No es la imagen, es el objeto un irónico ejercicio de “antropofagia” (máximo tabú y miedo hacia el otro) a partir de un álbum de cromos cuyas figuras tipifican el modelo colonial. Por su parte, Toni Serra encara su pieza Charlie como una conversación, directa, rugosa e imperfecta, con un guía turístico de Tánger en la que emergen y se cuestionan muchos de los tópicos que dominan las relaciones entre el turista y la persona oriunda del país visitado. Y es que quizás la clave de estos trabajos es que no pretenden salvar, y por tanto simplificar, las distancias, sino explicitarlas y visibilizarlas. La última secuencia de Tabú Maná de LLuis Escartín resulta clave en este sentido: asistimos a una conversación que seremos incapaces de comprender. Menos críptico es, no obstante, su acercamiento al anarquista libertario Johnson Frisco cuyo discurso político sirve de contrapunto a un paisaje tan poético como apocalíptico.
La segunda sesión está compuesta por tres piezas que abordan el trabajo desde diferentes ópticas, pero que coinciden a la hora de plantear en clave humorística muchas de las paradojas inherentes a las relaciones laborales, como son la productividad, su concepción como rasgo identitario o las relaciones de poder. La lógica de la eficiencia se ve invertida de forma irónica en la pieza de Usue Arieta y Vicente Vázquez titulada Oficios preventivos: Postas Sanitarias, donde los autores observan e interactúan con unos profesionales (socorristas) cuya labor consiste en que no pase nada, transcurriendo de este modo sus jornadas entre el tedio y el “dolce far niente”. La misma voluntad subversiva rige la reflexión que suscita Lo que tú dices que soy de Virginia García del Pino al cuestionar la concepción moderna del trabajo en tanto que marca identitaria y única forma de realización personal, a través de una serie de personajes cuyas profesiones están socialmente desprestigiadas (desde un criador de cerdos a una stripper), y que hablan con sencillez, honestidad y, en ocasiones, con una profunda ironía sobre cómo el trabajo condiciona sus relaciones afectivas y los prejuicios sociales a los que se tienen que enfrentar. Por último, El sastre de Óscar Pérez retrata el día a día de una pequeña sastrería regentada por un inmigrante paquistaní y, que aquí, se convierte en un microcosmos donde se ponen en escena las estrategias de poder que rigen el trabajo capitalista. Y lo hace desde la singularidad de un espacio que se sitúa al margen de la ciudad y al margen de las relaciones contractuales entre vendedor y consumidor, entre empleado y empleador, entre el Estado y quienes habitan dentro de sus fronteras. El tratamiento directo y descarnado de estas tres obras se aparta del documental tradicional, ofreciéndonos ángulos nuevos desde los que analizar la actividad laboral.
Por último, la sesión tres gira en torno a la memoria a través de dos piezas que convocan, en un riguroso y preciosista blanco y negro, una serie de palabras, gestos y costumbres sociales que nos remiten a un tiempo pasado, a punto de desvanecerse. Moza de ánimas de Oriol Sánchez registra, casi a modo de documental etnográfico, un ritual centenario que se desarrolla en la localidad salmantina de La Alberca: el recorrido por las angostas callejuelas del pueblo que cada noche realiza una mujer rezando y tocando la esquila por los difuntos. El carácter espectral de su figura, en ocasiones apenas una sombra, se ve acentuado, y en cierta forma desnaturalizado, por un excelente trabajo sonoro donde se solapa esta arcaica letanía con unos sutiles ritmos electrónicos. Mientras que Retrato de Carlos Ruiz propone como un acercamiento en clave autobiográfica (los protagonistas son los padres del director) a una generación criada en la posguerra española, bajo los rígidos corsés morales impuestos por la dictadura franquista, y cuyas opciones vitales se han visto también constreñidas por su humilde condición social. Concebida como un álbum de fotos familiar, donde la imagen se sucede estática (ya del presente o la del pasado), la película propone una certera y cruda crónica “psicosocial” de aquel tiempo de silencio.
[Texto de presentación del ciclo comisariado junto a Miquel M. Freixas dedicado al documental independiente catalán para el Ciclo de Cine Catalán Contemporáneo celebrado en la Cinemateca de Tanger (Marruecos), del 24 de junio – 12 de julio de 2009]
PROGRAMA
Sesión I (95’)
No es la imagen, es el objeto de Andrés Duque, 2008 (10’)
If the camera blows up de Oscar Pérez, 2008 (12’)
Texas Sunrise de Luis Escartín, 2002 (17’)
Tabú Maná de Luis Escartín, 2009 (31’)
Charlie de Toni Serra, 2002, (25’)
Sesión II (69’)
Oficios preventivos: Postas Sanitarias de QQ (Usue Arrieta y Vicente Vázquez) (11’)
Lo que tú dices que soy de Virginia García del Pino, 2007 (28’)
El sastre de Oscar Pérez, 2007 (30’)
Sesión III (98’)
Moza de ánimas de Oriol Sánchez, 2009 (15’)
Retrato de Carlos Ruiz de Carmona, 2004 (83’)